viernes, 12 de noviembre de 2010

¡Fito... Fito... Fito!

Y pensar que no iba profesarte mi amor sincero. Ya Andrés lo tiene y Joaquín más. Pero tu me lo arrebataste simplemente así... bailando como niño poliomielítico, tu mood de Pee Wee Herman y ese traje blanco como de primera comunión. Ese piano pintarrajeado como acuarela de Gauguin. El constante acomodar de tus gafas para mirar... qué envidia tenerlas... de alguien que ha visto tanto público corear, pero más envidia causará tener esa sensibilidad, ese saber llevar. A lado del camino me estrujó el corazón como pensé que sería verte tocándolo en vivo y la Mariposa al final. No grité pidiéndote otra... no hubo necesidad.

Tantos recuerdos atacando sin piedad. A tres lugares por la izquierda el que me hizo sentir viejo, pero a un lado el que desde hace días me hace vibrar. Arriba las luces que estaban en sus ultimas horas, abajo los que no guardamos nunca asiento. En frente una niña que brincaba como si trajera pulgas y atrás los boletos que malvendí por un mejor lugar. Al terminar la playera que no me pondré tantas veces, pero que me hará recordar que te escuché Dar es dar. El interrogatorio al final en el que no fui defensa ni fiscal. El fotógrafo soy yo le dije en su descargo. La incomodidad y el frío. Sus ojos y los míos. Fito se quedó en su camerino. Tu y yo en tu jardín fumando el bálsamo contra la edad. En el bar la cerveza británica que me supo mal, pero en el baño Vamos al teatro en Bici que me pareció genial. 

Madrugada, nubes de borrego... celular sin batería y ¡mierda!... no encuentro los cerillos...

Fuiste tu de nuevo. En el concierto en el que le profesé a Fito mi amor incondicional.

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